viernes, 16 de febrero de 2007

Reflexiones

Podría haber seguido soltando algunas barbaridades a las que estoy tan mal acostumbrado en estos días. Hoy prefiero daros la “chapa”.

Hace unos días volví a leer un poema que amablemente mi antiguo profesor de filosofía me regalo. Os lo transcribo.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida
trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto,
me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido.
De hecho, tomaría muy pocas cosas con seriedad.

Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más amaneceres,
subiría más montañas,
nadaría más ríos,
iría a más lugares
a donde nunca he ido.
Comería más helados
y menos habas.
Tendría más problemas reales
y menos imaginarios.

Yo era uno de esos
que nunca iban a ninguna parte
sin un termómetro, una bolsa de agua caliente y un paracaídas.
Si pudiera volver a vivir,
viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo
a principios de la primavera
y seguiría así hasta el otoño.
Daría más vueltas a la calesita
y jugaría con más niños.

Pero ya ven, tengo 85 años
y sé que me estoy muriendo.

Este poema (del gran Jorge Luis Borges) me hizo reflexionar sobre mi persona, mis actos tanto presentes como pasados hace ya la friolera de dos años. Ahora con el cambio de año, y de todos los hechos que sucedieron en el anterior. El fin de esa búsqueda que inicie hace ya largo tiempo, he encontrado un ángel con el cual dentro de poco celebraremos nuestro primer año de amor, de amigos que vienen, otros que se van, otros que vuelven a reaparecer en mi vida. Y ese pequeño vicio que es la música para un ser un tanto mediocre como soy. La disolución de mi antiguo grupo, la formación de uno nuevo.

Hoy uno de esos amigos que a veces no están pero lo están cuando se les necesita, me llamo y a lo tonto nos pusimos a ver vídeos de un campamento pasado. Esas anécdotas que quedan para ser contadas un día a tu hermano, a tus amigos a alguien que tenga una predisposición a oír eso que llamamos “las batallitas del abuelo”. Aquellos refugios que construimos, o la ladera de una colina que casi deforestamos al talar con hachas desafiladas los innumerables setos. O los bancos que nos hacíamos a golpe de hacha sin afilar. Palabras como “Trosky, el monstruo la mierda” “Vagilimpia” “P**os gallegos”. Son frases que me quedaron marcadas a fuego. Se que para el resto del mundo el ser scout se limita a vender galletitas y usar una falda (cosa que si es un kilt y del clan de los Macleaod no dudaría en ponerme). Muchas anécdotas y vivencias. Ese vídeo me mostraba aparte de unos retratos de un pasado que fue precioso (quince días que siempre se me quedaron cortos).

Esta es mi pequeña ( y a la vez gran) válvula de escape mis hermanos, pues aunque no sean de sangre compartí con ellos momentos que con ningunos otros tuve ( y espero tener). Hay muchos tipos de gente, yo creo que soy de ese tipo de gente que le gusta sentir el calor o el frió en su piel. Alguien que es capaz de sentirse como en casa en una ladera de una montaña o en un bosque. Una persona que es capaz de ver el transcurrir del curso de un rió. Ese tipo de gente extraña que odia la ciudad y los coches (con lo bonitas que son las motos pero custom eehhh). En fin os dejo de dar la brasa.

Siempre alerta

Tiburón listo

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