lunes, 21 de mayo de 2007

La cita

Bien, pido perdón de antemano pues os puse un fragmento de un texto que tengo hecho.
El cual en su totalidad no se pudo ver. Así qué os dejo con este relato (en algunos puntos incongruente, pero sin duda bonito).

La música suena. Las estrellas, en lo alto, brillan como las luciérnagas que hay sobre el lago. Y en el lago esta ella, mi bella. La que con la mirada expulsa mi odio y libera mi corazón. ¿Pero que es eso?. Una lágrima cae rozando su mejilla y se mezcla con las aguas del lago. La música se transforma en un cántico triste y melancólico. Y otras cálidas lágrimas se estrellan contra las frías aguas del lago. Mi bella se inclina, se arrodilla y busca en su mente la explicación a su reclusión entre estos fríos y gélidos muros. Pobre jilguero que tu voz enmudeciste. ¿Pero tanto te cuesta ver?.
Quizás tus ojos no puedan abrirse para poder ver dentro mi. Dentro de este ser horrible. Que con su toscas manos coge un abrigo. Que entre zancada y zancada recorre un pasillo iluminado. Que con su diestra abre una puerta. Que con sus ojos en los que iluminados por un dolor miran a su bella. Que con un gesto torpe te abriga y que te dice: Entra adentro que aquí hace mucho frió

La noche

Después de bailar juntos y que me sonrieras. Me miraste a mis ojos como si al fin este patoso gato fuera a comerse un tierno pajarillo. Con los ojos entreabiertos me susurras una cosa al oido. Acto seguido me coges de la mano y tiras de ella en dirección a tu habitación. Entre miradas y sonrisas picarescas llegamos a tu cuarto. Habres la puerta y te acercas a la cama. Y desnudas tu pudor. Me acerco a ti. Te vuelvo a besar. Y esa noche permanezco despierto

La mañana

Me despierto, y como de un acto casi instintivo trato de buscarte en la cama con la mirada. Para así eliminar mi miedo a que fuera otro sueño. Pero esta vez no, hay estabas acostada. Tu cabello negro como el carbón recorrian tu rostro, mientras que las sabanas trataban en vano disimular tu desnudez. El olor a incienso quemado y a sábanas empapadas. Pero me quedo embobado al verte dormir, la tranquilidad que despides, en contraste al fuego y la pasión que despedías no hace muchas horas. Me entran ganas de comer algo. Trato de levantarme de la cama sin despertarte. EL intento es fallido, pués cuando abro la puerta te oigo decir:

-Por favor, llama al servicio de habitaciones y desayunemos en la cama juntos.

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